¿Se puede ser feliz sin tener pareja?

mayo 04, 2016





¿Fracasas sucesivamente en tus relaciones de pareja? Aquí tienes la solución

Muchas personas que buscan pareja lo hacen con impaciencia y ansiedad. Lo he visto en las tertulias que organizo con personas que buscan pareja en Internet. Estas personas viven su tiempo de soltería como una época de espera, un tiempo de calidad vital menor que el tiempo en que están emparejados. Se dedican a desear y a esperar, sin darse cuenta de que la vida no se para, de que sigue contando aunque ellos estén esperando.
El problema es que la impaciencia es mala consejera para tomar decisiones: para eliminar la intranquilidad que provocan la impaciencia y la soltería, escogemos a alguien sin conocerlo bien, demasiado rápido. Y escoger bien es una de las claves para no naufragar a la primera en una relación. ¡Cuántas decepciones podrían evitarse conociendo solo un poco al otro antes de entregarnos!
Es una paradoja: se desea tanto una cosa, que acabamos saboteando el deseo. ¿Cómo podemos evitarlo y crear las mejores condiciones para emparejarnos con una persona 10?
Encontrar a la pareja adecuada es un proyecto que se apoya sobre cuatro patas. Gracias a mi experiencia personal, trabajando con terapeutas especializados en cuestiones de pareja, y a mi experiencia como facilitadora de relaciones, puedo compartir estas cuatro ideas para escoger con acierto a una pareja y maximizar las posibilidades de encontrar a la persona adecuada.

Sigue el tempo adecuado al iniciar nuevas relaciones

Las relaciones suelen desarrollarse de forma progresiva. En una primera fase, dos desconocidos se encuentran: socializan, comparten tiempo, diversión y actividades.
En esa época vemos quién es el otro, qué le gusta, cómo nos trata, qué compartimos y qué nos separa… Es verdad que a veces, podemos sentir atracción por alguien desde el primer momento. Pero hay que tomarlo con calma: se trata de atracción sexual.
El deseo nos puede llevar a quemar etapas, pero entonces hay que tener claro que nos ponemos en manos del azar. Con suerte, tal vez nos atrajo alguien que también nos gustará como persona, con quien valga la pena estar y que nos corresponda. Pero estamos en manos de la suerte, como si hubiéramos comprado un boleto de lotería.
Si nos hemos tomado las cosas con calma, después de conocer a alguien y compartir tiempo y actividades, llegaremos a una segunda fase de la relación. Esa persona ha captado nuestro interés y hay un acercamiento mutuo. Se inicia una cierta intimidad, nos vamos conociendo mejor, compartimos información personal y dejamos entrar a esa persona en una dimensión más emocional.



Puede ocurrir que ese alguien que empieza a gustarnos no nos atrajera especialmente cuando la conocimos. Pero a medida que conocemos a alguien y nos gusta, también cambia nuestra percepción de su físico.
La tercera fase del inicio de las relaciones trae la intimidad física y el sexo. Y aquí podemos caer en la trampa de precipitarnos. La intimidad sexual nos hace sentir una conexión, compartir placer físico y manifestaciones físicas de afecto.
Y si esta fase ocurre con alguien a quien no conocemos lo suficiente, es fácil idealizar a la otra persona, atribuyéndole características que tal vez no tenga. Por eso, iniciar esta fase demasiado pronto puede llevarnos a elegir precipitadamente.

Deja de lado los cuentos de hadas

Los mitos sobre el amor son otro obstáculo importante que nos lleva a escoger y mantener relaciones equivocadas. El enamoramiento tiene un aura literaria desde hace siglos, pero una cosa es la literatura, el cine, y los cuentos de hadas, y otra bien distinta es la realidad.
Desmitificar el amor no lo estropea: al contrario, nos ayuda a escoger a la persona adecuada y a poner de nuestra parte para cultivar la relación. ¿Cuáles son esos mitos?
1. El amor lo puede todo: el amor que sentimos por alguien no nos garantiza que el otro cambie su forma de actuar o sus sentimientos hacia nosotros.
2. El amor está predestinado: somos potencialmente compatibles con muchas personas. No es cierto que haya un único amor auténtico en la vida, ni que el amor sea eterno.
3. El amor de pareja es lo más importante: la pareja no es una fuente constante de felicidad, a veces, o en ciertas épocas, es causa de estrés y de problemas.
4. El amor es posesión y exclusividad: somos una persona completa, con intereses, inquietudes, gustos, preferencias e ideas propios. Entregarse a una relación no debería implicar dejar de lado nuestro mundo personal, sino construir un espacio común donde tengan cabida los mundos de las dos personas.


Aprende a disfrutar de la vida, con o sin pareja

Al igual que estar emparejado no solo tiene aspectos positivos, no tener pareja tiene aspectos positivos.
1. Estableces tus prioridades en la vida por decisión propia, sin condicionamientos de otra persona: podemos dedicar tiempo y energías a lo que más nos interesa. Puede ser nuestro trabajo o carrera, una afición que queremos cultivar, la actividad física, la cultura, los viajes…
2. Tienes tiempo para ampliar tus círculos: estar solteros no quiere decir estar solos. Al contrario, tener pareja no es obligado, pero socializar es una necesidad humana. Es tiempo de conocer a todo tipo de personas, con quienes compartir aficiones y gustos, y con quienes poner a prueba la posible compatibilidad como pareja, si se da el caso.
3. Puedes disfrutar del sexo sin compromiso: estar soltero no significa ausencia de sexo. Hay múltiples modelos de relación, entre ellos, el de amigos que se acuestan juntos, o el de amantes, por mencionar dos. Es tiempo de explorar y de disfrutar relaciones basadas en la sensualidad, con tantas personas como desees.
4. Conocerte y salir de tu zona de comodidad: estar en pareja es estar en compañía frecuente. Estar solo nos deja tiempo personal para pensar, reflexionar, proponernos mejorar lo que nos molesta de nosotros mismos, proponernos aprender a gestionar emociones, dedicar tiempo al desarrollo personal, prácticas meditativas, relajación…
5. Aprender a vivir en soledad: soledad no tiene por qué ser sinónimo de malestar. El sentimiento de aislamiento, abandono, desamparo es una cosa distinta de vivir por uno mismo. Nadie está solo. Estamos solos en nuestro interior. Y si ese es el sentimiento, es conveniente explorarlo y tratar de curarlo.

Hazte un mapa de búsqueda

Saber a quién buscamos es de gran ayuda para no errar en la elección. La persona que buscamos vendrá dada, en gran medida, por quién nosotros somos, por nuestro estilo de vida, y por nuestros valores y forma de pensar.
Necesitaremos a alguien compatible con todo lo anterior. Es decir, con quien podamos compatibilizar estilo de vida (que vivamos en la misma ciudad, por ejemplo, si no estamos dispuestos a desplazarnos; con quien no entremos en conflicto en nuestras maneras de pensar; con quien esté dispuesto a aceptar nuestras aficiones más queridas, si es que no las comparte, o nuestras horas de dedicación a una carrera profesional).
Sin todo lo anterior, soportar lo negativo es una prueba casi insuperable.
Saber, además, qué tipo de relación buscamos, es vital para evitar disgustos posteriores. Se acabó la opción dual de quedarse soltero o casarse por la iglesia.
Hoy podemos ser novios de fin de semana, compartir vivienda sin formalizarlo legalmente, tener relaciones abiertas, dar prioridad a la carrera profesional sobre la maternidad (con lo que ello comporta), vivir cada uno en su casa, a pesar de tener una relación con compromiso.
Las opciones son numerosas pero hay que saber qué buscamos y hasta dónde estaríamos dispuestos a ceder, llegado el caso.
Como ves, el tema de la pareja no es una pura cuestión de sentimientos. Sentimientos sí, pero con cabeza y sentido práctico, es la mejor recomendación para todos aquellos que quieren vivir una relación íntima con otra persona y buscarla activamente, tanto si es en su vida cotidiana como si es en Internet.
Por: Begonia Merino


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