En cuestión de sexo, donde hubo fuego no siempre quedarán cenizas
mayo 22, 2016
En cuestión de sexo y de relaciones existe la falsa creencia de que allí dónde hubo fuego, siempre quedarán cenizas. A veces se toma esta afirmación como totalmente cierta, sin excepciones, llegando a pensar que una persona simplemente por haber sentido algo en el pasado, seguirá sintiendo algo en el presente.
Una de las escenas de la película Ópera Prima, donde Matías (Óscar Ladoire) habla con León (Antonio Resines) sobre relaciones nos ilustra a la perfección el pensamiento que está detrás de este mito que afecta especialmente al género femenino.
“Mira Matías, ser el primero con una tía es una inversión. ¡Esa tía es tuya para siempre! (…) A nosotros no nos pasa eso porque seguro que tú ni te acuerdas de la primera tía con la que estuviste. Sin embargo a ellas les marca macho. Las marca para siempre.”
Detrás de la creencia
Tanto la frase dirigida a Matías en la película como el proverbio del artículo establecen una vinculación entre pasado y presente. Una unión que en ocasiones parece forjada con cadenas y de la cual es parece difícil librarse.
En el caso de las mujeres nos recuerda a la asociación entre sexo y amor tan popularmente extendida. Como si una mujer no pudiese tener relaciones sin quedar marcada para siempre por ese sentimiento. Esta atribución que vemos en el género femenino no está tan extendida en el masculino donde se trata con normalidad el hecho de que un hombre tenga varias relaciones sexuales sin que por ello pueda llegar a quedar marcado emocionalmente.
Al igual que las cenizas desprenden olor a quemado este dicho desprende un olor agrio propio de un alimento caducado. Su aroma evoca los conceptos de propiedad y posesión así como relaciona el sexo con dependencia emocional, aspectos que no tienen por qué estar en absoluto vinculados.
Si bien es cierto que una experiencia gratificante puede dejar en las personas un buen recuerdo esto no quiere decir que en el presente queramos volver a revivirla. A veces el mejor lugar donde colocar los buenos recuerdos es la memoria.
Hoy no somos los mismos que ayer
Las personas con las que compartimos momentos y las experiencias que vivimos nos modifican. Cambiamos conforme vamos aprendiendo. Esto hace que aunque nos sintamos iguales no seamos exactamente los mismos que hace unos años.
Al igual que los gustos que tenemos sobre ropa nuestras preferencias sexuales también cambian. Seguramente aquel vestido que hace 10 años te encantaba hoy no volverías a ponértelo. De la misma forma los gustos sobre las personas con las que queremos compartir nuestros momentos íntimos también se modifican.
Aprendemos, evolucionamos y cambiamos. Lo que ayer nos fascinaba, hoy nos repele y lo que ahora preferimos, quizá mañana lo aborrezcamos. Así mismo, es posible que aquella persona con la que tanto disfrutaste ayer no quieras volver a tenerla de vuelta hoy.
Viviendo el presente
Nuestra historia como personas puede determinar hasta cierto punto nuestra forma de ser en el presente. Los recuerdos nos dan perspectiva y sirven de guía para futuras experiencias. Sin embargo, aunque el pasado puede ser valioso, es el presente donde vivimos día tras día.
“El pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”
La vida juega en un solo tiempo, el momento presente. Es ahora, con nuestros gustos y preferencias actuales, cuando podemos elegir libremente con quien queremos compartir nuestros momentos más importantes. El pasado nos acompaña, pero no nos determina.
No todas las personas del pasado merecen estar en el presente y es que cuando hablamos de personas, preferencias y sexo no siempre el que tuvo retuvo, ni donde hubo fuego, quedarán cenizas.
Por: Andrea Pérez
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