Cuando un hijo se nos va
mayo 06, 2016
Las mujeres nos preparamos para recibir a los hijos, para disfrutarlos y verlos crecer, pero nunca nos preparamos para verlos partir de este mundo.
No importa si nunca vimos su rostro, porque decidió partir desde nuestro vientre, o si sus sonrisas abarrotan nuestras memorias, igualmente el vacío maternal que nos deja la partida de un hijo es infinito.
La partida de un hijo es el duelo más intenso que una mujer pueda vivir.
Una vez que nos imaginamos madres, nos convertimos en madres, pues nuestros instintos maternales nos preñan la vida y nuestra ternura se convierte en caricias.
Pero cuando un hijo se nos va, deja una huella que nadie podrá borrar y un vacío que nadie podrá ocupar.
Un hijo no se cambia ni se suplanta por otro. La llegada de otro hijo no alivia la partida del que se fue, sólo nos distrae del dolor. Intentar usar un hijo para aliviarnos del dolor de la partida de otro es, tristemente, injusto para todos, pero principalmente para el nuevo hijo, que tiene que cargar con la responsabilidad de aliviar a su madre del dolor del duelo.
Bienvenido sea otro hijo cuando nos hemos despedido del que se fue.
Un hijo que nunca llegó, es también un hijo que duele. Un hijo deseado pero no concebido, es un hijo que se muere en el alma, es un hijo que se nos va de nuestras fantasías, es un hijo que se nos desvanece de las ilusiones. Una vez que decimos adiós al hijo que nunca llegó, estaremos listas para cobijar en nuestras vidas a un hijo que nuestro vientre nunca parió, pero que el corazón albergará y protegerá como a ninguno.
El adiós a un hijo nos cambia la vida para siempre. Nos cambia la forma de amar, la forma de mirarnos y nos dejará un camino de aprendizajes inagotables, pues aún el hecho más doloroso nos regalará la más hermosas enseñanzas.
A continuación te dejo algunas ideas sobre qué hacer cuando un hijo se nos va. ¿Te pasó alguna vez o conoces a alguien que vivió esta experiencia? Cuéntanos tu historia.
1. Es importante vivir el duelo a profundidad para poder superarlo, sin importar cuán doloroso pueda llegar a ser. Vivir el duelo permitirá superar lentamente el dolor de la pérdida. Aunque el vacío siempre existirá.
2. Otro hijo nunca reemplazará al que se fue. Cuidado con tomar la decisión a la ligera de tener otro hijo pensando que aliviará el dolor del duelo.
3. La partida de un hijo podría ser una buena oportunidad para canalizar las energías en las cosas positivas que su presencia o ausencia ha dejado en tu vida.
4. Si tienes pareja, aprovecha el momento para acercarte y hacer la unión aún más fuerte.
5. Las culpas internas o las culpas entre la pareja no ayudan a la sanación emocional. Aceptación en lugar de culpas.
6. El adiós de un hijo te abrirá las puertas del dolor pero también las del amor, pues aprenderás el profundo valor de su presencia en tu vida.
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