La violencia intrafamiliar y sus efectos en los niños
abril 26, 2016
Cuando en el entorno familiar se viven
episodios violentos, la salud de los niños se resiente.
En el
artículo previo, analizamos
el bullying desde la teoría mimética. Logramos identificar el acoso escolar como parte de un
círculo de violencia que surge del fenómeno mimético en el que nos encontramos
inmersos, mismo que da explicación a un sinfín de comportamientos humanos.
Ahora bien, con base en la teoría mimética de René Girard, los deseos humanos
son concebidos como impulsos o motivaciones cuya raíz no surge internamente,
sino que son esencialmente derivados, es decir, que su naturaleza es externa al
sujeto deseante.
La pulsión de dominación: una aproximación psicoanalítica al fenómeno de la violencia
Para ejemplificar lo anterior podemos mencionar brevemente
las situaciones de conflicto mismas de relatos míticos, como el de la fundación
de Roma (la pugna entre Rómulo y Remo) o el del Génesis (la rivalidad mortal entre Caín y Abel), donde
podemos encontrar esa competitividad no tanto por conseguir lo que el otro
tiene, sino por convertirse en el otro, por usurpar su identidad, en la que
vemos una autonomía y dominio de la que uno carece (llamémosle el 'deseo de ser
otro'). Es en este proceso de apropiación que entra en juego este deseo de
someter, de dominar o incluso de destruir, acciones que son reproducidas en
todos los ámbitos sociales.
Siguiendo esta línea de pensamiento podemos advertir que si
la educación es el reflejo de la sociedad y viceversa, el problema de la
violencia escolar es un cáncer que aqueja no sólo a los actores educativos,
sino a toda la sociedad. Habiendo analizado ya las conductas negativas que caracterizan
el bullying demos un paso atrás para tener una visión panorámica que nos
permita estudiar otro de los componentes que configuran este conflicto. Mirando
más allá de la escuela, encontramos a la familia, núcleo fundamental de la
sociedad. Es el soporte elemental, base de la estructura social, la cual
refiere a la conformación sistemática de correlación entre individuos directa e
indirectamente vinculados dentro de una sociedad.
Atendiendo a esto último, en México existe un refrán
popular: la educación se mama con la leche,
significando que el desarrollo de las
capacidades intelectuales y morales de las personas comienza en el hogar, si bien esto es
cierto para bien o para mal, también es una condena. Pero, ¿qué es lo que
nuestros niños están mamando en casa?
La mayoría de las investigaciones estudian los efectos que
tienen en los hijos la violencia intrafamiliar, pero no en todos sus aspectos y
dimensiones, pues se enfocan principalmente en las agresiones que son
directamente dirigidas hacia los menores siguiendo la línea de relación
padre/madre-hijo/hija. No obstante, analizar la relación entre las distintas
formas de agresión, maltrato o negligencia en las familias podría develar datos
relevantes para el estudio de la violencia intrafamiliar y sus consecuencias,
es así que de acuerdo con una investigación realizada por el Departamento de
Psicología de la Universidad de Arizona, respaldada por el National Center of
Child Abuse and Neglect, los niños testigos de violencia conyugal/familiar (ya
sea vista u oída), padecen tanto como aquellos víctimas directas de violencia,
desde la consideración de que las consecuencias que de ella se derivan son las
mismas.
El niño que vive en un entorno familiar violento
De acuerdo con la American Academy of Child and Adolescent
Psychiatry, la violencia entre los niños y los adolescentes tiende a
desarrollarse principalmente bajo un entorno donde el menor se encuentra en
condiciones y situaciones particularmente estresantes, sobre todo aquellas
relacionadas con la familia, entre algunos ejemplos podemos mencionar la
monoparentalidad, la ruptura o inestabilidad de un matrimonio, la situación de
desempleo de los padres -que a su vez provoca un nivel bajo de ingresos
familiares-, así como distintos aspectos de la parentalidad que pueden contribuir a un
comportamiento violento entre los niños.
Ser padre/madre es una tarea compleja, nadie nace sabiendo
ser padre y esto puede manifestarse por medio de un control poco apropiado
(falta de vigilancia, autoridad y de responsabilidad de los niños), disciplina
muy estricta (laxismo e incoherencia disciplinaria), disensión entre los
padres, rechazo del niño y participación limitada y/o falta de interés por las
actividades del niño, falta de comunicación e incongruencia en los modelos de
conducta de los padres.
Los efectos psicológicos de la violencia intrafamiliar en los niños
Entonces, siendo la violencia un cúmulo de incertidumbre y
de frustraciones de las que el menor le es imposible localizar entre sus
capacidades (patrones de comportamiento social) los medios socialmente
adecuados y necesarios para hacer frente, buscará reducir la tensión mediante
comportamientos de crisis, demostrando distintos desequilibrios mentales y
emocionales en su comportamiento tales como la distracción, la baja
autoestima, trastornos de sueño, sentido de culpabilidad y agresión contra sus pares, miembros de la familia
y propiedad ajena.
Hoy en día, los niños están expuestos a la violencia
endémica desde una edad más temprana en comparación a hace unas décadas. Según
las estadísticas mundiales de la OMS, tan sólo en el 2011 se produjeron 250,000
homicidios entre jóvenes en un rango de 10 y 29 años de edad.
Con respecto a la violencia
sexual, un
estudio internacional informa de que entre un 3 y un 24 % de las mujeres
vivieron su primera experiencia sexual por obligación. Por último, un estudio
realizado en 40 países demuestra que la exposición a la violencia y el acoso
afecta tanto a los niños (8,6-45,2 %) como a las niñas (4,8-45,8 %), sin
mencionar que un 15 % de niños de entre el 1er y 8º grado, reveló que había
sido objeto de intimidación o acoso “más de una o dos ocasiones” durante las
seis semanas previas al sondeo.
Si bien es cierto que ya se están llevando a cabo
recomendaciones de distintos organismos y programas a nivel internacional y
dentro de cada nación, es necesario hacer hincapié en la importancia de
erradicar la violencia desde el hogar.
Por: Deborah García
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