¿Qué sucede en la familia cuando no se habla de sexualidad?

abril 08, 2016

¿Qué sucede en la familia cuando no se habla de sexualidad?  By Fernando Santamaría




Educar la sexualidad en la familia parece ser un tema que a pesar de su trascendental importancia es dejado de lado por enormes cantidades de núcleos familiares en nuestro país. Pero ¿es cierto que no educamos sexualmente a nuestros hijos? No es cierto. Sí se da educación sexual en las casas; lo que sucede es que tenemos muchas maneras de hacerlo y no se está dando de manera planificada o con objetivos previamente estipulados. Es generalmente una educación informal.


 En las familias donde no se habla de sexualidad; donde existen las prohibiciones y castigos con respecto a tratar el tema y, mucho menos, acceder a algún tipo de comportamiento sexual, están dando educación sexual aunque parezca increíble, es educación sexual de la negación, de la culpabilización y del pecado, se conoce como educación o corriente moralista, se centra en el NO. “No preguntes, no hagas, no digas, no toques, no sientas”, es una educación que defiende a capa y espada la defensa de la “virginidad”, la “pureza”, la castidad, sin problematizar ni discutir, se basa en la transmisión de órdenes que deben ser acatadas sin discusión.


 Se da entonces con mucha frecuencia que estas personas educadas bajo este sistema de educación sexual crecen con temores y llenos de angustias con respecto a la sexualidad que les asusta, con la grave dificultad de que deben, en algún momento, iniciar una vida sexual llena de limitaciones, con miedo a su propia desnudez y mucho más a la del otro; y lo que es peor: miedo a la intimidad hasta con el ser que aman. Son muchas veces incapaces de “dar rienda suelta” a la pasión viviendo una vida reprimida que les cierra las puertas a la verdadera felicidad.  


 Viven limitados en la expresión y canalización del placer, encerrados en sus propios mitos y protegiéndose de un mundo que les parece ofensivo y enfrentados constantemente a un sentimiento de culpa que nos le permite liberarse y disfrutar de una sexualidad sana.


 Es así como muchas personas educadas bajos esta corriente metodológica terminan en la consulta del terapeuta sexual en procura de ayuda para salir de la o las disfunciones sexuales con la que viven, y que crean graves conflictos de pareja. Está comprobado que esta corriente metodológica es una de las principales causas de disfunciones sexuales de origen sicológico, tanto en hombres como en mujeres.  


Pero entonces ¿cuál sería la educación sexual que se debería dar en los hogares?


 Todos los hogares deberían basar su educación sexual en el afecto y en el respeto a sí mismo y a los demás; una educación que les enseñe a sentirse amados y a amar. Los seres humanos deben crecer en un ambiente lleno de afectos donde los padres modelen cariño y ternura; donde, si los padres están en pareja, vivan su felicidad estando juntos, con manifestaciones de amor mutuo.


 El tema sexual debe ser discutido según surja el interés del niño. Las preguntas deben ser respondidas con claridad y sin cargar de culpas o pecados sus comportamientos; la edad de inicio de la educación sexual no existe porque siempre debe haber educación sexual por modelamiento desde el nacimiento hasta la muerte y cada edad tendrá inquietudes que deben ser claradas por los padres. No existen temas específicos para cada edad; va a depender de cuanta información reciban del medio social, de la televisión, de los amigos, de la escuela; lo que deben es tener la seguridad de que, en su entorno familiar, pueden encontrar respuestas a sus grandes dudas sin que se creen conflictos y sin recibir reproches que les cierren las puertas y les impida pedirle orientación a su seres queridos.


 Las familias tienen que dotar a su hijos de una estructura de valores que les ayude a enfrentar los retos sociales que tedrán con respecto a una sexualidad cada vez más explicita que no puede ser negada, es un deber de las familias transmitirles los riesgos de una vida sexual prematura; las consecuencias de un inicio no responsable de la vida sexual, pero también deben transmitir las bondades de la sexualidad y lo maravilloso que será al momento de tomar la decisión responsablemente y en el momento adecuado.


Los jóvenes deben conocer que la sexualidad es hermosa; que tenemos un cuerpo sexuado que debe expresarse a través de la genitalidad para la reproducción y el placer; que disponemos de sentimientos, emociones, fantasías, que deben ser disfrutadas sin producir daños a nadie y mucho menos a uno mismo; que somos dueños de un cuerpo que no tiene zonas prohibidas, sucias ni pecaminosas; que estamos dotados de un “equipaje sexual” que nos permite una sexualidad placentera y una vida digna con una estructura de valores que asegure vivirla sana y responsablemente.


 Eduquemos seres para la responsabilidad, para la felicidad, para el placer, que reconviertan en padres amorosos y parejas felices, capaces de vivir y transmitir valores que les permitan sentirse dignos de ellos mismos; no seres llenos de culpas, miedos y angustias que no puedan vivir el regalo de la sexualidad.

 


 





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