Apetito sexual: ¿Cómo funciona?
mayo 12, 2016
La mayoría de las personas cuando hablan o se expresan sobre apetito sexual se están refiriendo, generalmente, al deseo sexual, que es la primera parte de la respuesta sexual y lo que sucede antes de la excitación. Aunque una cosa no necesariamente lleva a la otra, puede haber deseo y, sin embargo, no llegar a la excitación por que la bloqueamos o impedimos su expresión por razones sociales, educativas, momentos inadecuados, etcétera.
El apetito sexual nace primeramente en el cerebro, ya sea por estímulos que pueden provenir de la propia persona (fantasías), o por estímulos exteriores (visión de una mujer hermosa o de un hombre atractivo). En el cerebro se producen una serie de cambios mediados por la liberación de sustancias químicas que condicionan y desencadenan el deseo sexual, llevando a la materialización de lo que denominamos apetito sexual.Los sistemas y aparatos involucrados en el apetito sexual, tanto en hombres como en mujeres, son los mismos. Es activado por el sistema nervioso central (específicamente el cerebro y el hipotálamo) y el sistema endocrino, con la producción de hormonas. Sin embargo, no todo queda reducido al funcionamiento de estos dos sistemas, ya que existen otros elementos moduladores externos, como la educación, los valores y vivencias familiares, las creencias religiosas y las costumbres culturales que determinan nuestras actitudes y modo de actuar.
¿Se le llama “apetito” sexual porque es una necesidad biológica como dormir o comer?
No está claro que sea una necesidad biológica; pero sí es cierto que funciona de forma parecida a los instintos básicos de la vida como el hambre, la sed o el sueño, que no pueden ser programados o dirigidos. El ser humano no decide cuando tendrá hambre, sed o sueño; de la misma manera, no decide cuando tendrá deseo sexual; éste llegará solo. No es un instinto básico porque no es indispensable para la supervivencia del individuo, aunque sí para la supervivencia de la especie.Como fenómeno fisiológico, el apetito sexual está muy determinado por la testosterona (hormona sexual masculina), presente en ambos sexos, así como por factores cerebrales-cognitivos, ambientales y socioculturales.
Lo que debería preocuparle a cualquier persona es que la frecuencia sexual varíe de tal modo que provoque alteraciones en su vida o en la de su pareja. Ejemplo: si una persona de tener una frecuencia de tres, cuatro o cinco veces por semana cae a tener deseos una vez al mes o cada mes y medio, evidentemente algo está pasando para que esto ocurra. Igualmente, si de una frecuencia de una o dos veces a la semana la persona comienza a tener un deseo incontrolable de tres a cuatro veces al día, también debe ser investigado por que algo está sucediendo. Como todos no tenemos la misma frecuencia puede ocurrir que la pareja tengan ritmos tan diferentes, (disritmia sexual), que puede convertirse en un problema en la relación.
De igual modo, en el caso de que exista un exceso de apetito sexual, o “glotonería sexual”, también es necesario diferenciar los posibles componentes orgánicos y psicológicos. En este sentido, el impulso sexual hiperactivo o la adicción sexual, también se ha asociado con factores de tipo psicológico, en algunos casos nada distintos de aquellos presentes en cualquier otra adicción. Al parecer en estas personas el coito puede excitarles pero no satisfacerles, y la excesiva frecuencia de contactos sexuales con diferentes parejas es una expresión del deseo de forzar la inalcanzable satisfacción.
¿Es diferente el apetito sexual masculino que el femenino?
No existen diferencias en cuanto a la cantidad de deseo que sentimos, hombres y mujeres, pero sí existen diferencias en la manera en que cada sexo dirige su deseo.
Las diferencias parecen estar influenciadas o marcadas por la cultura y los determinantes sociales. En sociedades como la nuestra, el comportamiento sexual masculino y femenino esperado es totalmente diferente; el hombre es el conquistador, el provocador, el que se supone debe iniciar el acto sexual. Este comportamiento ha sido influenciado por los mandatos socioculturales que gobiernan las conductas humanas. El hombre está fuertemente influenciado y dirigido a expresar sus deseos y perseguir la satisfacción instintiva del mismo, por lo que estará en constante búsqueda de dar rienda suelta a sus deseos sexuales. Los hombres no sienten más deseo que las mujeres, tienen más permiso para expresarlo y construir una sexualidad más activa.
La educación sexual, que se inicia en los hogares, favorece la creación de hombres orgullosos de sus genitales con los cuales pueden conseguir la satisfacción de su deseo; aprenden desde jóvenes a buscar el encuentro sexual donde puedan expresar sus deseos; en cambio, la mujer crece reprimida, se le educa para frenar los que su cuerpo le manda. Desde muy temprano, en la época del desarrollo, se les impide reconocer la verdadera naturaleza de sus sensaciones, se les prohibe hablar o expresar deseos, tocarse o ser tocadas y se les llena de culpa si de masturbación se trata; todo lo contrario del varón que tendrá licencia social para expresar su sexualidad desde el tocarse, hablar, exagerar y tocar en procura de una satisfacción sexual que le produce orgullo por lo masculino.
El apetito sexual masculino y femenino varía a lo largo de la vida. Así como en la relación de pareja, el deseo sexual femenino se puede ver alterado o disminuido por múltiples razones; lo primero que debemos plantear es que la mujer necesita ser amada para amar y el hombre necesita amar para sentirse amado. Ya lo mencionaba el Dr. John Gray en su libro: Los hombres son de Marte; las mujeres son de Venus. El hombre, mientras es joven, es capaz de mantener su deseo activo todo el tiempo, mientras que a las mujeres no le sucede lo mismo; para mantener su deseo ardiente necesitan que las cosas funcionen bien en la relación de pareja, y es aquí donde un hombre debe hacer lo posible para que su pareja se mantenga interesada en la relación. Además, las mujeres sufren alteraciones hormonales por diversas razones como el embarazo, la menstruación, la menopausia y hasta por problemas depresivos que afectan su apetito sexual.
La falta de apetito sexual en la mujer puede darse por el ejercicio rutinario del comportamiento sexual que ocasiona un aburrimiento en la relación. Conductas y hábitos sexuales monótonos pueden llevar al cansancio y aburrimiento, produciendo una disminución en el apetito sexual de forma selectiva o generalizada.
A la mujer, más que el hombre, les agobia y les disminuye el deseo: el estrés, los problemas económicos, la crianza de los hijos y los conflictos de pareja que el hombre tiende a solucionar con un acto sexual (al principio de la relación la mujer suele aceptarlo de buen agrado), pero que con el tiempo termina siendo asumido como un uso de su cuerpo que las denigra y las hace sentir utilizadas.
¿Cómo podemos sincronizarnos?
La mejor manera de conseguir que el deseo sexual renazca y que ambos estén sincronizados es volviendo a lo que detonó el deseo: conquistar, enamorar, querer, amar, son las llaves que abrirán las puertas a la conquista de un cuerpo ardiente. Sincronizar los ritmos del apetito sexual se consigue teniendo relaciones sexuales cuando los dos lo deseen, no cuando uno de los dos quiera tener relaciones sexuales. Esto está demostrado y así lo afirma el sexólogo catalán Antoni Bolinches, cuando señala:Si el de deseo pobre se siente libre de rechazar una propuesta, cuando acceda lo hará con genuina disposición y, por lo tanto, lo disfrutará más; y como el encuentro le fue placentero, buscará repetirlo. Así, lo que de entrada parecía poco para uno y mucho para el otro, puede convertirse en un ritmo adecuado para los dos”.Al final somos de la especie animal, pero no funcionamos como el resto. Somos expresión, afecto, sonrisas, emociones, deseos, somos capaces de enamorar, de conquistar, nos sentimos atraídos por lo que vemos y por lo que oímos. Esa es la diferencia.
Por: Dr. Fernando Santamaría Medina
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