Amistad entre Padres e Hijos
junio 10, 2016
La buena relación con los hijos/as se fomenta desde que estos nacen. En la adolescencia los padres tienden a sentir que su relación con ellos se lacera debido a que sienten lejanía y aislamiento por parte de ellos y se muestran desinteresados en la familia; pero esto no significa que no tengan una buena relación, simplemente que los hijos/as entraron en otra etapa, una que se caracteriza por el cuestionamiento de los límites y la búsqueda de pertenencia entre sus pares.
Uno de los errores más comunes que tienen los padres y madres en esta etapa de la adolescencia es pensar que es el momento indicado para ser amigos de sus hijos. Este tipo de iniciativa aunque se oiga muy bien, en la vida diaria no tiene tan buenos resultados. Esto se debe a que en el momento de elegir ser amigo/a o padre/madre la mayoría de las veces se debe elegir lo segundo y es en ese momento cuando la “amistad” se rompe.
Los amigos/as no ponen límites, no disciplinan, no castigan y no contradicen; los padres/madres sí deben hacerlo cuando es necesario y pertinente para el bienestar de ellos mismos. La amistad y la autoridad no van de la mano. En la amistad la relación es igualitaria, están al mismo nivel, cosa que es imposible en la dinámica padres-hijos.
Se mal entiende que si no se forma una amistad con los hijos/as es porque existe una relación disfuncional, lo cual está completamente equivocado. La confianza no viene dada por ser amigo o no, la confianza se ha creado a través del tiempo, por el tipo de relación que se ha forjado entre padres e hijos/as. Ahora, vamos a definir bien el concepto de confianza y comunicación en este tipo de relación: confianza no es que los jóvenes cuenten todo lo que hacen, piensan y sienten. Eso es cosas entre pares. La confianza que se debe motivar es la seguridad de que el vínculo es fuerte entre la díada paterno-filial, y que al ocurrir algo habrá apoyo, que cuando no entiendan preguntarán, que ante la duda cuestionaran, y sobre todo que la confianza funcionará como una calle de dos vías.
Es recomendable que las madres/padres estén actualizados sobre el ambiente (físico, social y virtual) en que se desenvuelven sus hijos/as. Es importante que aún los progenitores estén inmersos en estos mundos virtuales, deben respetar las distancias y no invadir a sus hijos con comentarios e insinuaciones en públicos. Más bien dejar cualquier sugerencia o la imposición de un límite para hablarlo de forma personal. Tener en cuenta que esta herramienta virtual se utiliza para estar al tanto y en contacto con los hijos/as, para tratar de hablar el mismo lenguaje. Pero no se debe utilizar esta vía para asediar la privacidad del adolescente.
Se puede ser un padre o una madre moderna en cuanto a la tecnología, el lenguaje y la vestimenta, pero no se puede igualar o competir con los herederos. Se debe respetar la diferencia generacional que existe entre padres e hijos. Esto no quiere decir que padres e hijos y madres e hijas no puedan compartir el gusto por el estilo y la forma de vestir y la afición a la tecnología, pero habrá algo del estilo propio de cada uno que resaltará el rol de cada quien.
Lo esencial en esta etapa es:
- Mantener la comunicación abierta, clara y explícita.
- Mostrar interés en sus temas.
- Evitar criticar sus sueños, gustos e ideas.
- Darle opciones o sugerencias, pero tratar de no coartar su independencia.
- Confiar en ellos, en sus palabras y comportamiento.
- Negociar las libertades y explicarle los limites para cada una de ellas.
- Respetar su estilo y preferencias en su vestimenta, música, aficiones.
- Dejar los prejuicios en la imagen y entender que también es una forma de expresión.
Lic. Arisleydi Sánchez Guzmán
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