Después de perder la virginidad… ¿Se pueden observar cambios en el cuerpo de la mujer?
agosto 17, 2016
A nivel físico externo es imposible determinar si una mujer ha iniciado o no relaciones sexuales.
Es frecuente escuchar comentarios de que cuando una joven ha tenido relaciones con penetración las características de madurez corporal femenina se acentúan; esta creencia no tiene fundamento alguno, ya que las relaciones sexuales no interfieren en lo absoluto. El desarrollo físico de una niña o adolescente se debe, además, a la disponibilidad de proteínas y calorías que garanticen un aporte oportuno y suficiente de nutrientes en la pubertad, que es la etapa de crecimiento y desarrollo.
Durante la adolescencia temprana, comienzan a ocurrir cambios evidentes en el cuerpo de una niña. Iniciamos estos cambios con el botón mamario, a partir del cual se desarrollarán las mamas; prácticamente al mismo tiempo nace el vello púbico, que al principio es solo una capa sencilla de algo parecido a una “pelusa” y que luego va adquiriendo grosor, abundancia y cambios en el color, a medida que el eje hormonal madure de forma adecuada. De la misma forma hay una redistribución de la grasa corporal, zonas como las caderas y los muslos aumentan su proporción con relación a lo que fueron en etapas iniciales. El estrógeno y las vitaminas mantienen la piel y pelo de las jóvenes en óptimas condiciones; además son los encargados del aumento de tamaño de los labios mayores y el monte de Venus en los genitales externos.
¿Se pueden ver cambios en los genitales luego de la primera relación sexual?
La anatomía de los genitales externos sí sufre cambios que son considerados normales. Antes de iniciarse las relaciones sexuales, encontramos en la mayoría de las mujeres una membrana entre la vulva y la vagina; considerada por muchas civilizaciones como indicadora de virginidad o de pureza, a la cual se le ha llamado “himen”. Aunque hasta ahora, no se le conoce a ciencias ciertas función fisiológica alguna, se le atribuye la facultad de proteger la vagina de las infecciones durante la niñez; sin embargo, esta teoría no es muy confiable, ya que es común encontrar en las niñas secreción vaginal debido a una infección.Esta membrana presenta diferentes formas y dimensiones. En la mayoría de las mujeres, el himen presenta una perforación central (orificio himeneal) que permite la salida de la sangre menstrual al exterior de la vagina. Al ser una ligera capa de mucosa, delgada y sencilla, con la más mínima manipulación (ej.: colocación de un tampón), o algún golpe, puede desgarrarse, ocasionando cambios en su forma habitual; a pesar de esto, es casi siempre con el primer encuentro sexual con penetración cuando el himen pierde su forma por completo.
En la mayoría de los casos, luego de la ruptura del himen por una relación sexual, se observan en la entrada de la vagina restos de esta membrana. Una persona conocedora de la anatomía genital femenina, no necesariamente un médico, puede referir con tan solo la observación si está o no presente el himen; sin embargo, clínicamente es imposible establecer si la ausencia o rotura del himen se debe a una relación sexual o a una condición de nacimiento y solo se podría determinar en caso de que la revisión del himen se realice en las primeras horas de haber tenido la primera relación y que se encuentren evidencias de desgarro o sangrado (escaso) recientes.
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