¿Cómo puedo ser yo mismo/a?

junio 02, 2016







Hoy vuelvo con otra de vuestras preguntas: ¿Cómo puedo ser yo mismo/a? Además, la persona (anónima, por supuesto) que me escribe plantea que no puede ser él/ella mismo/a por agradar siempre a los demás y que, quizás, le cuesta tanto porque no se conoce lo suficiente.


Como bien me comentaba, conocerse a uno mismo es la base de todo. ¿Cómo voy a ser yo mismo si ni siquiera sé cómo soy, si ni siquiera me conozco? Evidentemente, es muy complicado.

 En el post anterior ya os hablaba un poco sobre el autoconocimiento. Hoy os daré algunas estrategias prácticas. Una de ellas es hacernos preguntas ante situaciones de la vida diaria:
¿Cómo he reaccionado tras lo ocurrido?, ¿Cómo me siento?, ¿Cómo he actuado con los demás?, ¿Cómo he resuelto el problema?,…

También podéis plantearos preguntas sobre vuestra personalidad y forma de ser:


Me defino como una persona…, ¿Cómo creo que soy?, ¿Cómo me ven los demás? (personas cercanas y que puedan darte una visión real), ¿Soy una persona extrovertida?, etc.

 Incluso preguntas más concretas sobre emociones y sentimientos:
¿Qué me pone nervioso/a?,  ¿Siento tristeza fácilmente?, ¿Me enfado rápidamente o me cuesta mucho?, etc.
Otra estrategia útil en este sentido es analizar más detenidamente nuestra conducta:

Elige una situación que hayas vivido recientemente y anota qué ocurrió, qué pensaste, cómo te sentiste y qué hiciste.



De esta forma, puedes ser más consciente de cómo respondes ante las diversas situaciones que vives a diario, y si existen discrepancias entre cómo crees que reaccionas y cómo actúas realmente. Este ejercicio puedes practicarlo cuantas veces quieras, y también utilizando todo tipo de situaciones.


Para sentirse bien con uno mismo es imprescindible prestar mayor atención a las propias necesidades y menor atención a las necesidades y deseos de los demás. Puede que sientas culpabilidad al dejar de lado opiniones o decisiones ajenas. Es totalmente normal, después de haber estado durante mucho tiempo escuchando solamente a los demás y no a ti mismo/a. Por ello, date permiso para tomar tus propias decisiones, pensando que eres una persona totalmente madura y capaz. Date permiso para escuchar tus opiniones y deseos, antes que las de los demás. Hacerlo no es nada malo. De hecho, seguramente todos a tu alrededor lo hacen y no necesariamente te hacen sentir mal por ello. Además, piensa que pensar en ti no implica ignorar completamente a los demás ni apartarlos de tu vida, puesto que seguirás escuchando sus opiniones y necesidades, pero sí implica un cambio de prioridades, y ahora estás tú primero.


Por otra parte, es muy importante deshacernos de la excesiva necesidad de aprobación: la necesidad de agradar constantemente a todos y en todo momento, por lo que estamos continuamente preguntándonos “¿Les parecerá bien?”, “¿Lo estaré haciendo bien?”.


Sí, las personas que tenemos en nuestra vida son importantes. Pero decir que “no” a sus peticiones o no tener las mismas opiniones y expresarlo como tal no implica en ningún momento transmitirles menos atención y cariño del que se merecen. Podemos comunicar que no estamos de acuerdo, que algo no nos gusta o que estamos molestos, siempre de forma asertiva (sin dañar al otro con nuestras palabras o actitudes). Y esto no estará dañando la relación, más bien al contrario, la relación crece y mejora gracias a la comunicación y el equilibrio entre las dos partes. Por lo tanto, agradar siempre al otro no es una buena forma para evitar conflictos y mantener una relación estable. Recuerda que tener contentos a todos en todos los aspectos es una tarea imposible, siendo los conflictos y discrepancias vivencias naturales y necesarias que, sin duda, podemos resolver.


En definitiva, toma la decisión de mejorar. Esfuérzate para conocerte, escucha tus necesidades y deseos, expresa los sentimientos y emociones sin sentirte culpable (no estás haciendo daño a nadie), valora tus propias cualidades, respétate a ti mismo/a y deshazte de la necesidad de agradar a todos (¡Produce más malestar que bienestar!).


Por último, práctica cada día. Trabaja en ello con constancia y esfuerzo para apreciar un cambio en tu vida, a mejor. A veces resulta complicado por la falta de motivación o refuerzos externos. Para ello, intenta identificar los motivos que tienes para mejorar y busca la motivación en ti mismo/a, pensando que la meta final es tu propio bienestar.


por: La Psicología Sin Divan



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