Venciendo la Timidez
noviembre 12, 2015
Venciendo la Timidez
By: Lic. Rosángela Mendoza
Como la generalidad de las actitudes humanas, las dificultades humanas,
las dificultades en la interacción social deben enmarcarse dentro de un
continuo que va desde aquéllas que ocasionan leves interferencias en el
funcionamiento de la persona hasta las que pueden producir problemas más
serios.
La timidez, muchas veces, es considerada como una reacción “normal” en
el desarrollo de los niños, y es tanto así que aún en la literatura científica
su estudio puede considerarse reciente y con frecuencia contradictorio, ya que
el concepto “timidez” se le han dado varios significados. Sin embargo, una
evolución progresiva de la timidez puede llegar a ser una dificultad muy
importante para el desarrollo de la persona.
Para los fines de este artículo, entenderemos la timidez como una
respuesta emocional caracterizada por la presencia de ansiedad ante
determinadas situaciones sociales, la cual produce una inhibición de la
conducta interfiriendo en el normal desenvolvimiento social de la persona.
Dependiendo de la frecuencia e intensidad de dicha respuesta emocional, podríamos
considerarla como algo más permanente, o sea, un rasgo de la personalidad.
Hay algunas situaciones sociales que pueden generar ansiedad en la mayoría
de las personas, tales como, hablar en público o enfrentar situaciones nuevas.
Ahora bien, cuando el nivel de ansiedad es muy alto ante eventos cotidianos,
por ejemplo, el niño no quiere salir de casa o no se atreve a participar en la
clase, entonces podemos estar frente a una dificultad mayor que amerita de
algún tipo de intervención.
La conformación de la timidez suele ser el producto de la conjugación de
múltiples factores. Puede haber un factor pre-determinante hereditario o
biológico, el ambiente familiar o escolar puede ser muy exigente o
perfeccionista (la actitud de timidez suele acompañarse de pensamientos
asociados a ser juzgados negativamente o temor a hacer el ridículo), o puede
haber existido alguna experiencia negativa de la cual el sujeto haya aprendido
la respuesta de habitación o timidez.
Es muy común que uno de los padres se identifique con las
características de timidez del hijo y desee con mucho ahínco que éste la s
supere a temprana edad para evitar que tenga que atravesar por las situaciones
difíciles que él tuvo que superar. A veces este deseo puede convertirse en una
carga mayor que genera ansiedad para uno y otro.
Algunas estrategias que pueden ser útiles para ayudar a los niños a
combatir la timidez son:
Ø No identificar a la
persona con la conducta: una estrategia de base que puede ayudar a combatir la
timidez es evitar etiquetar al niño como tímido. Aunque en algunas situaciones
pueda mostrarse inhibido o retraído, es prudente no generalizar esta reacción a
su forma de ser.
Ø Proporcionar
suficientes momentos de interacción: social con otros niños y con adultos: es
muy importante que el niño perciba el intercambio social como algo totalmente
natural y que pueda tener un espacio para diversas experiencias en este sentido.
Ø Predicar con el
ejemplo: es importante que los hijos vean a los padres participar en
situaciones sociales de manera cómoda y segura. Algunos padres quieren que sus
hijos sean sociales, pero ellos mismos no lo son.
Ø Estimular la
participación social: independiente y acorde a la edad: en la medida de que el
niño vaya creciendo, se le debe estimular a expresar sus deseos y sus ideas de
manera independiente. En situaciones tan cotidianas como visitar una tienda o
restaurante se debe promover que solicite las cosas por sí mismo.
Ø Motivarlo y darle
seguridad de éxito: debemos tratar de transmitir al niño el mensaje de que
confiamos en sus habilidades y que estamos seguros de que hará las cosas bien.
Ø El error también
está permitido: así como se les da seguridad, se les debe transmitir la idea de
que no pasará nada terrible si se equivocan y que siempre existe la oportunidad
de mejorar y aprender de la experiencia.
Ø Analizar los
pensamientos que acompañan la ansiedad: se puede enseñar a los niños a
identificar los pensamientos negativos que surgen en los momentos de ansiedad,
por ejemplo: “me voy a equivocar”, “se van a burlar de mí”, “las cosas no me
van a salir bien”, y mostrarles cómo cuestionar estos pensamientos, por
ejemplo: ¿cuántas veces me he equivocado? ¿qué ha pasado cuando me he
equivocado? ¿he superado ese momento? ¿qué probabilidad hay de que me salga mal
o de que me salga bien?
Ø Ensayar: ya sea
usando la imaginación o por medio de un juego de roles, se puede practicar con
el niño la situación particular que le produce ansiedad. Generalmente, el
ensayo en una ambiente seguro como el hogar puede ayudar a disimular la
ansiedad y a que el niño se visualice llevando a cabo la actividad temida.
Ø Comprobar los
logros: suele ser muy útil también ayudar al niño a realizar un recuento de sus
“logos” o de las situaciones sociales en las cuales ha vencido la timidez y se
ha sentido seguro.
El enfoque básico que debe primar en los padres cuando quieren que sus
hijos desarrollen una interacción social apropiada es el de exponerlos a la
experiencia social y no reforzar de ninguna manera la actitud de evitarla.
Asimismo, es necesario identificar si se deben reforzar algunas habilidades básicas,
tales como: aprender a iniciar, mantener o finalizar una conversación, saber
decir que no o mostrarse asertivo, las cuales pueden aprenderse con relativa
facilidad y práctica. Finalmente, es importante recordar que todo cambio de
conducta requiere tiempo y constancia.
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