Parentalidad en el Divorcio!

octubre 27, 2016



Las separaciones de los conyugues cuando no es llevada de una forma sana puede afectar a todos los miembros de la familia.
Tomando en cuenta las diferentes etapas del desarrollo familiar, es decir, su ciclo de vida, los hijos pueden verse muy afectados cuando los padres no saben manejar sus diferencias y/o sobrecargamos a una de las partes con las responsabilidades del rol parental.
Es algo natural que durante la separación o divorcio los  hijos se queden con la madre, pues a través de los tiempos a menos que esta tenga algún conflicto personal o dificultad para sostenerlos socialmente este papel recae en ella pero con la salvedad de que además se le adicionan la mayoría de las responsabilidades parentales. Esto ocurre por las pautas culturales que construyen los roles de papá y mamá, en donde desde pequeños se les va asignando las actividades que se suponen cada uno deben desempeñar obviando el potencial que como iguales estos poseen y la importancia de mantener un equilibrio dentro del núcleo familiar.

Frases como “los hombres no lloran” “el hombre hombre mantiene su casa” “los hijos son de la madre” “la mujer está para la casa, el hombre está para ganar dinero”… son algunas de las construcciones culturales que van dañando nuestra función como padres o madres y también de esposos,  estas son introyectadas por nuestras familias de origen y por nuestro entorno.
Cuando llegan a la consulta por conflictos de pareja muchas veces surgen estas dificultades para comprender la etapa de vida en la que se encuentran y de comunicar las molestias que como individuo van sintiendo de su pareja, pues al casarse se casan con la idea de lo que deben ser, y no de lo que realmente son. Es allí donde se desborda el conflicto, en no saber manejar lo que tenemos y amar lo que somos.

Los hijos le añaden un ingrediente especial. Cuando tenemos hijos pequeños que demandan mucha atención y nos encontramos como madres solteras producto de un divorcio y le agregamos el poco involucramiento del padre, la sobrecarga es mayor. Debemos aprender a ser justas con nosotras mismas y con nuestros hijos, es bueno siempre poner límites claros con el padre y acompañarlo a que se integre de las actividades de sus hijos independientemente del malestar que manejemos por nuestras diferencias producto de la separación. No podemos aislarlo de su responsabilidad y participación activa en el crecimiento de nuestros hijos e hijas. 

Cuando por enojo  y orgullo decidimos hacerlo solas y nos sobrecargamos debemos cuestionar hasta que punto lo estamos haciendo bien… ¿Estoy tan agotada que no quisiera que nadie se me acercara? ¿Estoy haciendo algo para relajarme? ¿Tengo una red de apoyo que cuando ya no puedo más me permite dar un respiro? ¿Cómo me relaciono con mis hijos cuando estoy exhausta o enojada por mi cansancio y soledad en el proceso? son algunas de las reflexiones que debemos realizar.

En el caso de los adolescentes las cosas se complican aún más, pues tienen mayor conciencia de lo que ocurre entre papá y mamá. Comienzan las demandas de “yo quiero esto… “ “yo quiero aquello” “papá siempre me compra lo que quiero…” “papá no tiene dinero…cómpralo tú”
Esto se complica si al no comunicarnos de manera adecuado con nuestra ex pareja utilizamos a los hijos e hijas para mandar mensajes a esa persona o descargar nuestras experiencias de conflicto con ellos. Al hacer esto estamos maltratando a nuestros hijos e hijas. Los responsabilizamos de nuestras emociones y los exponemos a recibir las descargas de enojo de la ex pareja al llevar un mensaje que no le corresponde. Se adentran en un conflicto de lealtad para con sus padres al tener que decir o hacer cosas para complacer a uno en contra del otro. 

No es asunto de los hijos e hijas los problemas de los padres: si se tiene o no dinero, si se pueden o no comunicar, si hay algún malestar por injusticia… si usted se encuentra en una de estas situaciones cuente con una ayuda profesional que le acompañe en la reconstrucción sana de su familia después de un proceso de divorcio y separación.

Como padres y madres debemos ocuparnos por igual del desarrollo sano de nuestros hijos. Debemos ser bien tratantes. Aún en nuestras diferencias parentales de lo que entendemos que son nuestros roles como papá y mamá, tenemos que velar porque lo único que nuestros hijos reciban de ambos sea amor, protección, cuidado y dirección. Educar a nuestros hijos bajo la dinámica de buenos tratos, nutriéndolos emocional y físicamente a ser mañana una persona bientratante y convertidos en entes productivos para una sociedad con sed de valores y encaminada hacia una cultura de paz.
No olvidemos que nuestros hijos e hijas mañana serán lo que somos como padres y madres hoy.  

Dra. Patricia Reyna
Terapeuta Familiar y de Pareja

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